Siempre se agradece ver un poco de mar. Allá vamos.
Como dije no hace mucho, Dublín se visita en muy poco tiempo, por lo que era el día 7 de Octubre y estábamos cargados de energía para hacer una escapada a algún sitio cercano. En el Hostel nos recomendaron dos lugares, un pueblecito con un castillo o Bray, un pueblo situado con orilla del mar.
Por suerte, elegimos mar, y es que me encanta ver el mar, y aunque mis compañeros de viaje no quedaron tan entusiasmados por esta visita, tal vez porque yo era el único de interior. Gallegos, catalanes y vascos dan fe de ello.
Además creo que también fue la primera vez que visite una playa con abrigo, una experiencia muy distinta a la típica del verano. Y que me hace pensar que si viviera en una ciudad costera, pasaría más tiempo andando por la playa que en casa.
Fue una pequeña excursión, relajante, y sobretodo lo que digo siempre sobre estas excursiones, son lo mejor para evitar quedarse sólo con la imagen de una urbe, porque un país es mucho más que sus ciudades. E Irlanda especialmente creo que cumple esto.
Por supuesto, siendo una excursión incluida en el viaje a Dublín, no podían faltar las anécdotas extrañas. Y es que Bray, tiene una montaña con una cruz arriba y esto provoco que el grupo se dividiera en tres partes, una que subió hacia la cruz por senderos ocultos, otra que fue por un camino que rodeaba la montaña y una tercera parte en la que estaba viendo el puerto y la playa.
Al final, mi grupo no vio nada especial. El que subió a la cruz, se acabo perdiendo y acabaron a kilómetros del pueblo perdidos teniendo que hacer auto-stop. Y el que siguió el sendero encontró un acantilado lleno de focas, la lástima es que no llevaba cámara.
Y cierro el artículo con la mejor de las fotos que tomamos en Bray, y que sin duda pasa a ser una de las mejores fotos que tengo. De nuevo, otra en plan "Beatle".
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