Hoy es el último día de mi erasmus. Esta ya todo empaquetado y yo listo para irme. Así que toca la reflexión final...
Mucha gente define el erasmus como el mejor año de su vida, creo que es injusto calificarlo como tal, sin embargo, llegados a este punto, creo que puedo decir que he vivido algunos de los mejores momentos de mi vida, y también algunos de los peores.
Y es que tras nueve meses, hecho la vista atrás y pienso: me han golpeado y me han besado, me he sentido sólo y muy acompañado, he tenido varicela y he estado completamente sano, me han roto el corazón y a su vez he estado más enamorado que nunca, me he sentido completamente integrado y totalmente excluido, es todo en dos extremos. O increíblemente bueno, o demasiado malo.
Cierta persona ya veterana en esto del erasmus como ahora lo soy yo me definió el erasmus de la siguiente forma "No es nunca cómo esperas que sea". Y ciertamente, es así, no ha sido como esperaba, pero eso no significa que haya sido mejor o peor, simplemente ha sido inesperado.
Y al final, aunque se pasen muy malos momentos, tengo que reconocer que la semana más feliz de mi vida la he pasado en este tiempo, y aunque el saber que nunca voy a volver a ser tan feliz me haga tan infeliz ahora, volvería a pasar por todos los malos momentos una y otra vez sólo por vivir esa semana.
Pero la verdad es que ningún juicio que haga ahora sobre el erasmus será cierto o no, y es que es una experiencia que creo que sólo se puede valorar con perspectiva, cuando el tiempo haya pasado y vea lo que me ha cambiado y que o a quién hecho de menos. Ahora mismo, todavía no soy consciente de que me voy, y me he despedido de todo el mundo sintiendo como que los iba a ver al día siguiente. Sin embargo, a algunos no los veré hasta dentro de meses, a otros, hasta dentro de años, y a muchos, no los volveré a ver nunca.
Al final, el erasmus me ha enseñado una valiosa lección, muy valiosa para mi, y es que puedo destruir y construir una nueva vida tantas veces como quiera. No me da miedo ahora mismo, volver a desaparecer de mi ciudad y no me da miedo perder gente por el camino como siempre me ha ocurrido.
También me ha enseñado que las cosas no pueden ir mal por demasiado tiempo, en mi erasmus, cada vez que las cosas iban mal, pasaba algo o conocía a alguien que hacia que todo cambiara.
Así que volviendo al tema... el erasmus ha sido para mi cinco años de mi vida en versión comprimida. Todo lo bueno y lo malo que te pasa en cinco años, todos los amigos que conoces, todos los amigos que pierdes, todos los viajes que haces, todo lo que ocurre en cinco años, ocurre en sólo nueve meses.
Y ahora, toca poner el punto final al erasmus, coger la maleta, cerrar la puerta y desaparecer de Irlanda, y ver que me espera de una vida que deje a medias. Y es que aunque suene muy poético e incluso muy cinematográfico... esto no es el fin del erasmus, es tan sólo el comienzo.