Cuando planificábamos este viaje, había una ciudad que no quería perderme y era Rotterdam, más que por un interés especial del lugar es porque creo que una buena forma de acabar el erasmus es ir a Rotterdam, es decir, ahí donde empezó, con Erasmo de Rotterdam.
Sin embargo, Rotterdam me sorprendió y sin duda fue mi ciudad favorita de todo el viaje. La razón es que es diferente al resto que vimos, es la que destaca de forma diferente, y esto se debe a sus rascacielos, a la modernidad de sus construcciones, a su puerto marítimo, a su ciudad distribuida en islas y a su genial arquitectura.
Tan genial, que nuestro hostel estaba situado en un edificio con forma de múltiples cubos. Tener las paredes inclinadas dentro de tu habitación era genial. Es un hostel muy recomendable si alguien va ahí, es hasta el momento el mejor hostel en el que he estado y ya llevo bastantes a mis espaldas.
En Rotterdam encontré un lugar donde no sólo visitaría, sino que me encontraría cómodo viviendo. De hecho, la ciudad me recordó mucho a Barcelona, una Barcelona tranquila.
Rotterdam fue además un pequeño preludio de a donde estabamos llegando, Amsterdam. Y es que aunque en esta ciudad no hay un barrio rojo, ni tampoco abundan excesivamente los "Coffee shops", las reglas son las mismas para toda Holanda y en mitad de un concierto en la calle pudimos ver al siguiente individuo calificable como "un colgao muy fumao".Su formo de bailar, olor a porro, ausencia de camiseta y un calcetin y lo que es mejor... con una zapatilla rota en el talón (Ampliad la foto para verlo) lo confirmaban como el gran "freak" del viaje.
Llegamos a la ciudad del pecado en el próximo artículo: Amsterdam
1 comentario:
Jajajaja, que bueno lo del fumao, estaba fatal...pues Rotterdam tiene que molar, no me la imaginaba tan moderna...saludos!
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