Dos formas muy curiosas de poder ver Zaragoza. Por el río y desde las alturas.
Se supone que las vacaciones empiezan cuando dejas tu ciudad: coges ese avión, ese tren, ese bus o metes la maleta en el coche y comienzas a sumar kilómetros a tus espaldas. Pero a veces puedes tener vacaciones dentro de tu propia ciudad, simplemente haciendo cosas que no haces habitualmente y por eso, empiezo esta serie de artículos sobre mis vacaciones desde mi propia ciudad.
He podido disfrutar de mi ciudad de dos formas, la primera de ellas, a través de su río. Esto fue gracias a una actividad para unas vacaciones que estuvimos organizando para 25 estudiantes europeos. Como parte del programa, recurrimos a una empresa zaragozana que se encarga de hacer recorridos en kayak por el Ebro.
El recorrido es absolutamente genial, comienza más allá del meandro de ranillas y acaba en Vadorrey. Para los que no conozcáis Zaragoza, esto quiere decir que permite visitar la Expo y la rivera del Pilar además de cruzar por debajo de todos los puentes más emblemáticos de la ciudad como son el puente de piedra, el del tercer milenio, la pasarela del voluntariado, el puente de hierro o el pabellón puente. La rivera se va transformando de vegetación, árboles y gente con caballos (ojo, no bromeo con esto) a estar enfrente de la imponente basílica.
Y ahora nos subimos un poco más de altura, más concretamente, entorno a unos 500 metros para contemplar Zaragoza desde el aire. Y es que es muy cierto eso de que hay que tener amigos hasta en la cárcel, y para ver la ciudad desde el aire, nada mejor para poder hacer esto que tener un amigo piloto.
Este "amigo piloto" nos ofreció la posibilidad de sobrevolar un día Zaragoza durante 30 minutos. El espectáculo es simplemente increíble y las fotos que tome desde mi cámara dan buena fe de ello, se puede observar cada edificio, cada calle, todo. No es como volar con un vuelo comercial que siempre pasas a mucha más altura, es más bien como poder ver una maqueta a gran escala de tu ciudad.
Además el paseo aéreo no fue solamente ver la ciudad. También nos ofreció momentos divertidos como poder sentir la "gravedad cero" por unos instantes. Fenómeno que se consigue al subir y dejar caer la avioneta por un momento.
Empezaba bien así las mejores vacaciones de mi vida.
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