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He podido disfrutar de mi ciudad de dos formas, la primera de ellas, a través de su río. Esto fue gracias a una actividad para unas vacaciones que estuvimos organizando para 25 estudiantes europeos. Como parte del programa, recurrimos a una empresa zaragozana que se encarga de hacer recorridos en kayak por el Ebro.
El recorrido es absolutamente genial, comienza más allá del meandro de ranillas y acaba en Vadorrey. Para los que no conozcáis Zaragoza, esto quiere decir que permite visitar la Expo y la rivera del Pilar además de cruzar por debajo de todos los puentes más emblemáticos de la ciudad como son el puente de piedra, el del tercer milenio, la pasarela del voluntariado, el puente de hierro o el pabellón puente. La rivera se va transformando de vegetación, árboles y gente con caballos (ojo, no bromeo con esto) a estar enfrente de la imponente basílica.
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Y ahora nos subimos un poco más de altura, más concretamente, entorno a unos 500 metros para contemplar Zaragoza desde el aire. Y es que es muy cierto eso de que hay que tener amigos hasta en la cárcel, y para ver la ciudad desde el aire, nada mejor para poder hacer esto que tener un amigo piloto.
Empezaba bien así las mejores vacaciones de mi vida.
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