jueves, 23 de septiembre de 2010

Montpellier Agglomération

Me encanta esta palabra: aglomeración, y en la ciudad de Montpellier se veía en muchos sitios ya que en Francia las ciudades se estructuran por aglomeraciones, es decir: la ciudad, sus pueblos de alrededor, etc. algo que en España sólo pasa con las ciudades grandes.


Y ¿Por qué he titulado este artículo así? Porque voy a hablar de todas las escapadas que hice de la ciudad francesa a alrededores. Algunos fuera de la algomeración, otros dentro, pero sobretodo, esto me sirve una vez más para ver que la mejor forma de viajar es haciendo que gente local te enseñe los lugares. Sino, no hubiera descubierto muchos de los sitios en los que estuve.


El primer sitio que visite fue un pequeño pueblecito francés con calles empedradas y balcones muy franceses que estaba situado al lado de un río de color turquesa donde había una playa y podíamos hacer un picnic durante la noche. Haciendo una pequeña fogata y reunidos alrededor del fuego. Queso, vino y más productos franceses no faltaron a esta cita y sin duda la atmósfera del lugar era "charming".


Otro día fui a Sete, un pueblo famoso por su puerto. Vinieron a mi los recuerdos de Kinsale, sitio cercano a la ciudad que me adopto por un año: Cork, y que cumplía también el estándar de pueblo portuario. Sete era un lugar lleno de parques y puentes y que muchas veces te hacía olvidar que esto era un pueblo y no una ciudad, lo que me hacía entender aún más el porque Francia tiene 20 millones más de habitantes que España y sin embargo, sólo dos ciudades que superan el medio millón de habitantes.

También tuve la oportunidad de viajar al pasado. Cogí una locomotora de vapor que unía dos pueblos y que servía como reclamo turístico a la zona. La experiencia, por una parte bastante romántica al recurrir a una máquina tan clásica, por otra, demasiado explotado turísticamente.


Además, tras acabar mis manos negras y tosiendo hollín, entendí a la perfección porque nos pasamos de la máquina de vapor a la máquina eléctrica.

Y por supuesto, no podía faltar en un viaje al sur de Francia, alguna visita a la playa. En concreto, pude visitar dos, la que más me sorprendió fue L´Espiguette, la única de la zona que cuenta con olas y con una zona de arena tan gigantesca que es posible ver dunas en la playa y no encontrar el fin en el horizonte.


Pero aún hay más, visite la fábrica de Haribo. Si, las famosas gominolas alemanas tienen una fábrica en el sur de Francia. Vale, lo reconozco, no es que sea algo muy local o típico de la zona, pero me permitió pasar una buena tarde comiendo gominolas, viendo vídeos de como fabricar ositos y haciéndome visitar la tienda donde venden bolsas de dos kilos de gominolas por 6 euros.

Antes de entrar en Haribo


Después de salir de Haribo

Y al final, pudimos visitar Uzés, el pueblecito de al lado de Haribo, donde encontré este cartel que creo que me va haciendo mucha falta...

La noche llegó, me tome unas deliciosas fajitas con mis amigos Quitterie y Simon, y me despedí de ellos con esta última foto. Un viaje estupendo y que espero poder volver a repetir algún fin de semana ahora que viviré en Barcelona.

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