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He viajado mucho en los últimos años: New York, Washington, Toronto, Moscú, Estocolmo, Östersund, Uppsala, San Petersburgo, Nuevogrado, Londres, Cork, Belfast, Roma, Limerick, Derry, Galway, Dublin, Nottingham, Oxford, Turin, Milan, Bergamo, Gante, Brujas, Bruselas, Amsterdam, Rotterdam... y ahora añado uno más a la eterna lista que no para de crecer: Estambul.
Tanto hacer la maleta, me hace darme cuenta siempre de la vida tan nómada que tengo. No me puedo quejar, he disfrutado mucho este tiempo con tanto viaje, y aún me queda al menos uno y quizá dos que realizar en los próximos meses. Sin embargo, por otra parte, empiezo a cansarme y es que la evolución del Homo Sapiens lo hizo pasar de nómada a sedentario, y empieza a apetecer ya sentarse un poco en algún sitio a disfrutar del paisaje en lugar de ir a buscarlo.
Pero aquí estoy de nuevo, mi maleta azul esta cerrada y listo para empezar una nueva aventura. Esto acaba convirtiéndose en una adicción y al final pienso que l.os momentos más importantes de mi vida transcurren en aeropuertos: despedidas, momentos de soledad, amores que pierdes. Y es que hay algo que nadie dice nunca de esta, la llamada "buena" vida del viajero... y es que siempre pierdes algo por el camino.
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