...nunca muere.
A todos nos ha pasado. El tener una novia, pareja, rollo o lo que sea con quien acabas muy mal, alguien que te hace la vida imposible y que sólo el hecho de estar a cinco metros de tu vida, te hace ponerte de los nervios.
Actualmente tengo una persona así en mi vida, con la ventaja de que vive a miles de kilómetros, lo que hasta cierto punto da la sensación de tranquilidad. Pero lo cierto es que no es así, dedica mucho tiempo a hacer creer que volverá y a poco a poco intentar quedarse con mi vida, con mis amigos, mis momentos y hasta mi ciudad.
No es la primera vez que vivo esto, y lo he vivido más en tercera persona que en primera, o sea, parejas de amigos. Lo cierto es que cuando rompe una pareja donde te caen muy bien las dos personas, es difícil saber que hacer, pero habitualmente eres más cercano a uno que otro, ya sea porque te cae mejor o porque has compartido más momentos. Al final, tienes que abandonar a una persona para no hacer daño al que más te importa. Es una de las reglas de oro de la amistad: el respeto. Algunas veces, incluso no quieres hacerlo, pero tus decisiones acaban eligiendo a uno u otro.
¿Y por qué este post ahora? Porque esa persona que tanto me preocupa y que vive tan lejos de aquí, viene a pasar unos pocos días en mi ciudad. A revolucionar un poco mi vida cuando las cosas se deberían estar calmando, y es que ya ha hecho hervir el océano sin haberse presentado.
Supongo que cada uno tiene una forma de enfrentarse a estas situaciones, la mía la he aprendido a base de golpes, hay que elegir con quien te quedas. Así que está claro el sentido de este post... es un ultimo llamamiento a elegirme a mi, porque la no elección es en si una elección.
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